The dishwasher: vampire smile.
Ahora Yuki, los que han jugado la primera entrega de James Silva, la conocemos como la prisionera en la pantalla de selección de personaje. Tiene una historia completamente diferente a la del Lavaplatos aunque, eso sí, ambos recorren los mismos escenarios y se enfrentan a los mismos jefes, de forma que la única diferencia entre el modo historia de uno y de otro es, efectivamente, esto, la trama. No pasa nada porque en el caso de la Prisionera jugar con ella es toda una experiencia digna de disfrutarse. Su aventura se inicia en un psiquiátrico en el que avanzamos lentamente, en escenarios terriblemente tétricos y surrealistas, para posteriormente pasar a una realidad alternativa en la que la joven 'escapa' a su mundo.
Lo verdaderamente potente de esta historia es que se alternan esos mundos 'real' y 'fantástico', de forma que tan pronto estamos luchando como volvemos a una sala del psiquiátrico y todo se va narrando de forma orgánica, sin los obligados cuadros de diálogo. La historia de ambos personajes, al contar con el mismo desarrollo, dura exactamente lo mismo: unas 4-5 horas. Nada mal para un arcade de acción que puede disfrutarse en media docena de niveles de dificultad, desde los tradicionales fácil/normal/difícil hasta otros pensados para público menos veterano, u otros para los más hardcore. Vampire Smile es un juego para todo el mundo en este sentido, aunque en otros se crea (sin ningún tipo de pudor) un nicho del que es difícil sacarle: que pueda ser fácil de jugar no implica que sea el título perfecto para los infantes.
La alusión al vampirismo del título ('sonrisa de vampiro') no es fortuita: la sangre mancha la pantalla a cada tajo de katana y considerando que pueden hacerse combos de decenas de impactos queda claro cómo se ha tomado el equipo la concepción del juego. Habrá que hacer frente a todo tipo de enemigos, y es que en esta guerra estamos (salvo en alguna ocasión puntual) completamente solos: hombres trajeados con habilidades eléctricas, soldados de toda índole, muertos vivientes, robots con malas pulgas los obligados jefes son presentados además de forma dramática, con un zoom in sobre sus cuerpos que recuerdan a las memorables presentaciones del Correcaminos y el Coyote en sus cortos de los Looney Tunes, con su 'nombre científico' acompañando a la imagen. Dicho esto, queda claro que a nivel argumental no se ha descuidado el título a pesar de que (por supuesto) no tiene la profundidad que caracteriza a otros géneros.
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